sábado, 6 de enero de 2018

Nada

Nada.
Eso no es nada. 
No significa nada.
No estaba pensando en nada.
No me pasa nada. 
Nada.

Nada... 
Cómo anhelo yo ser nada. Nada.
Es tan cansado ser siempre alguien, 
ser siempre algo, 
definirme, 
concretarme, 
ser mirada.

Peinarme y vestirme. Ponerme unas bragas. 
Coger el paraguas.
Comer cada día. Necesitar agua.
Necesitar agua...

¿No podría yo saciarme 
con nada? 
Que nada me haga falta. Porque no soy nada.

No tener nombre. No tener casa, ni cama.

Que esté vacío cada libro que yo abra. 
Que la gente pase, sin decirme nada. 
Que se rompan todas las cuerdas
que me amarran.

Que en el cielo de la noche 
no haya nada.

No haber nunca existido como humana,
ni como Amanda.

Desdibujada. 
Abstracta.

Siquiera pintada. 
Tan solo imaginada.

 
Tan solo atisbada.

 
 
O siquiera eso. 
 
 
 
 
Nunca nata.

Nada de nada. 
Desconocida e ignorada
como la estancia entre las tablas que separan
mi suelo de vuestro techo.
Y no haber mío, no haber vuestro. 
No haber cosas dominadas.
No haber cosas nombradas, 
no ser nunca recordada.

No ser cuerpo 
ni fantasma,

no ser sueño 
ni materia,

no ser nadita 
de nada...

No hay comentarios: