jueves, 22 de febrero de 2018

Muerte / Deseo terrenal XIV

(2017)

Tus manos matan tan gentilmente; tan suavemente acuchillan la piel. Tan imperceptible haces el dolor con tus dedos goteando como miel, miel. Tan indiscernible en tu tacto el mal del bien.

Saber que la muerte sigue a tus manos y aun así perseguir su recorrido hasta el fin. Pensar, si es que me queda pensamiento en este cráneo vaciado por el sentir, que podré dar media vuelta antes de llegar allí. Que podré salvarme de morir, morir.

Mas, ay de mi alma, ¡ay de mí! ¡cómo deseo ser aniquilade por ti! En esa muerte en la que exploto como un cristal en el horno, esparciéndome en cachitos afilados sobre ti, en la que reviento mi tinta como un bolígrafo roto, marcando tus manos de crepúsculo añil. Yo perdide para siempre, ¡siempre! ¡irrecuperable! ¡sin opción de revivir! Y tú para siempre sucie, sucie de mí y de ti. Incrustado en tu corazón el pedacito más transparente de lo que fui.

Morir conmigo, pues es mi muerte la tuya. Pues mientras tú me clavas tu ardiente cuchillo yo te arrastro al fondo de la laguna. Morir juntes, heches une en la caída. Lejos de todo lo que escucha, todo lo que mira. Lejos de Dios y de la luz del día. Tan en lo oscuro que ni al otre distingamos y aún así, queramos del otre apertura y sutura.

Dispueste estoy de morir, arrancade como una flor de la vida. Belle y vive tan solo por lo que dure nuestra huída. Dispueste a que me rompas y destroces con sadismo cual si fuera una porcelana china. Dispueste a que me entierres en vida en el amado suelo del que se separan las crías; a que borres mi civilización, mientras tú misme te escondes de la misma. Dispueste a dejar de existir, en tus manos, llene de anhelo por la más liberadora brisa.

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