viernes, 14 de noviembre de 2014

Deseo terrenal

Yo soy como las mamás, un ser hecho de tierra. Tierra que el viento remueve, que el agua cala y que el fuego calienta. Tierra sobre la que llueve, en la que se adentra el agua hasta casi el núcleo del planeta, acariciando en su camino a las raíces, besando las semillas, volviendo el magma piedra.

Así crecen poco a poco todas las criaturas tiernas, nacidas de mí tras el juego del aire, la mirada del sol y la incursión del agua hasta mis cámaras más oscuras y secretas. Desde que me conozco, soy fértil y dispueste, y dejo que en mí arraiguen todas las plantas, y que en mí duerman todas las fieras. Mi amor es tan inmenso que a todas las latitudes sin esfuerzo llega, y tanto nutre que pronto todes mis hijes de mí se alejan. Ascienden más y más al cielo mientras que yo me quedo en llano, quiete; sus pies brincan y corren y vuelan, y mi corazón que bien los guarda, solo se queda.

¡Ojalá yo alzarme sobre mí misme hacia el cielo y alcanzar así, el más irrealizable sueño, con unos pies como los vuestros pisar el suelo del lugar más lejano, y recibir en mi rostro el resplandor de lo sobrehumano! Y abrazaros, hijes míes, a todes rodearos entre los brazos colosales de la tierra; cubriros enteres con el amor más puro, mezcla de todos los dioses, y que todos los elementos veneran. 

Cielo que se extiende hacia el infinito; con cada pasito las cosas más y más de mí se alejan. Cuanto más se conoce el universo, yo me hago más incapaz y pequeñe. Tan solo puedo mirar, como la roca que soy, en infinita paciencia. Amar como una madre. Amar por siempre y para siempre, a la vida y a la muerte, sin hacer distinciones; celebrar partos y defunciones, y recibirlo todo en mí como tesorere.

No hay comentarios: