Lo entiendo demasiado bien.
Cuando tus patitas están volando sobre la tierra, retando a las estrellas fugaces a una carrera
y adelantándolas, mientras de mí te alejas.
Con mi corazón sobre el lomo, no importa lo mucho que te trague el paisaje, ya que contigo me llevas
sin que mis pies de aquí se muevan.
Lo entiendo demasiado bien, cuando te llamo y no regresas.
Sé que me escuchas, sé que te alegras
de ser amado
y llamado como si me pertenecieras.
Mas lo entiendo demasiado bien, cuando tu nombre resbala de tus orejas
incluso a la pristinidad de mi voz, tú objetas
que el mundo es demasiado infinito como para aterrizar de vuelta.
Lo entiendo demasiado bien, no habiendo sido nunca liberada de mi correa
y sin saber cuán maravilloso se sienta el desobedecerla,
sé que si yo estuviera
apenas tocando el suelo y ganándole a las siempre excelsas estrellas
no podría parar siquiera
al oír mi nombre pronunciado como si de algún lugar viniera.
