Ojalá poder barrer la herida que abrí en tu suelo
como son despejadas las hojitas por el viento;
apenas rozando de puntillas las baldosas con su crujiente cuerpo,
silbando como un sonajero.
Ojalá poder soplar la candela de tu celo;
que con tan poquito aliento diese paz a los objetos
fuera del espectro.
Pues sé bien del continuo terremoto que agita nuestros huesos,
y de las manos que calman sobre el pecho.
Y sepa, por ello, cada guardián del infierno
que me arrepiento.
Ojalá tú pudieras verlo con la certeza de ellos.
Mi mismo corazón rajé en el momento
que me olvidé de ti.
Si he de elegir una excusa:
nunca pude dormir.
Y las noches son tan largas.
Para mí.
Para ti.
Ojalá poder ser el oasis que te resarce en el desierto, en vez de la arena misma que arde bajo tus pies.
Ser quien repica las campanitas colgadas de tu techo cuando abres la ventana,
sonarte así de bien.
Ojalá como esa misma brisa recorrer
la hendidura en mí,
y en tu ser refrescar el incendio.
Y en la casa en ruinas que fueras después
plantar miles de semillitas corriendo...
¿Cómo podría yo sanar lo que mismo yo dañé?
Quizás no puedo...
Seguro que no puedo.
Pero si lo que creo de los dioses es cierto,
entonces solo tú puedes juzgarme.
Solo tú en misericordia me abrirás la puerta al Cielo.
jueves, 21 de junio de 2018
martes, 5 de junio de 2018
Calor III
Sentade en la sombra chasqueo los dedos
para igniciar la chispa.
Aquí donde no ven los astros acedos
yo voy a recrear a Dios.
Sacando del vacío, como él enseña, en acto de creación,
voy a dar no a luz, sino a oscuridad
al mismo resplandor.
Sea magia, sea fe o mi imaginación
yo en el frío prenderé el calor,
y tan pronto se incendie
Sacando del vacío, como él enseña, en acto de creación,
voy a dar no a luz, sino a oscuridad
al mismo resplandor.
Sea magia, sea fe o mi imaginación
yo en el frío prenderé el calor,
y tan pronto se incendie
una mota de polvo
pondré mis manos en su derredor.
Sean pesebre y cuna, de nación ninguna
porque son de todo rincón,
para mi grandísima chispita
pondré mis manos en su derredor.
Sean pesebre y cuna, de nación ninguna
porque son de todo rincón,
para mi grandísima chispita
que no es mayor
que un flojito embrión.
Pues tú cual estrella de Oriente iluminas
cada arena del desierto ahogador,
espejando mi imagen por ti bosquejada
en cada cristalito en albor.
Soplándote con boca lenta y pausada,
la alborada entre toda canción,
para verte nacer de tu sueño,
mi sueño.
Para ser tu mamá, mi amor.
Desplegando mis manos según las ocupas
medrando, irradiando, candor,
te abro las puertas del mundo y del aire
para compartirlos les dos.
Criatura, hija de la negrura, que por sí misma se definió,
quiero seas infinita y ardiente y pongas tu luz
en mi corazón.
Y reflejen, reflejen
todos los cuarcitos
a aquelles que son como yo
y sepan que haciendo
que un flojito embrión.
Pues tú cual estrella de Oriente iluminas
cada arena del desierto ahogador,
espejando mi imagen por ti bosquejada
en cada cristalito en albor.
Soplándote con boca lenta y pausada,
la alborada entre toda canción,
para verte nacer de tu sueño,
mi sueño.
Para ser tu mamá, mi amor.
Desplegando mis manos según las ocupas
medrando, irradiando, candor,
te abro las puertas del mundo y del aire
para compartirlos les dos.
Criatura, hija de la negrura, que por sí misma se definió,
quiero seas infinita y ardiente y pongas tu luz
en mi corazón.
Y reflejen, reflejen
todos los cuarcitos
a aquelles que son como yo
y sepan que haciendo
chas, chas con sus dedos
pueden recrear a Dios.
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