-¿Por qué te
quieres ir? ¿No eres feliz aquí?
-Sí lo soy.
-Entonces,
¿por qué?
-No sé. –dije
recién confusa, habiendo asumido hasta ese momento que todes compartían ese
deseo conmigo, solo que por algún motivo que todavía no aprendía, no podían
decirlo. Sabía que
tenía que avergonzarme, pero ello no surgía en mí por sí solo, porque ninguna sección de mi ser comprendía el por qué. Una verdad equivocada; a
veces, de eso se trata crecer: descubrir que lo que pensabas indudable es
acusadamente acusado. ¿Y cómo no voy a querer moverme como todas las demás
criaturas animadas, cómo no voy a querer recorrer la línea del monte como los
caballos?
El mundo; no
el mundo entero, sino el mundo hermético dentro del cual yo nací, está
construído de tal manera que nadie puede huír. Nadie puede negarse a
permanecer, o negarse a sí misme sería. Humana eres, como tu madre, como tu
padre, como la maestra que te enseña las humanas matemáticas, las humanas
lenguas, la humana gimnasia. Y has de ponerte toda esta humana ropa, ¿cuál te
gusta más? Y has de hacer lo que hacen les demás. Profunda envidia yo tomé por
todo lo que se llamó animal. Profundísimo anhelo de escapar, sin decir nada, sin
dejarme amar. Pero nunca lo hice. Me erguí sobre dos patas, y tan solo miré.
Ahora todo es mirar.