It's 4 am
and I'm so tired
but I still want to feel that I'm alive,,
I still want to feel that I'm alive
and to hear the strings
whispery in the night.
I don't care; well,
I care,
but I still want to spare
more and more time feeling the blood inside,,
Even if I know that I'll wake up fast
and there'll be more to it,
I still want to last,,
My pounding bass heart
is never asleep,
why should I?
I'm alive!
domingo, 20 de diciembre de 2015
sábado, 5 de diciembre de 2015
Fantasma
A cada día que pasa la colina está más arriba. A cada hora la montaña está más lejos, fugándose del punto de fuga en tu visión. Mi casa está más en lo alto cada vez, más indiscernible con cada minuto que pasa de las demás, y de los árboles que cuchichean siempre, no importando cuán solemne sea la ocasión, y de las rocas que, incómodas por su conversación, nunca dicen nada. Y sin embargo, tú sigues viniendo cada noche. Sin invitación.
No importa cuánto soplen los vientos de invierno para abatirte, ni cuánto los de verano para dispersarte de aquí. Sigues rondando estas calles oscuras, sin pensar en cuán duras sean las piedras de los muros por los que como una arañita vas a subir. No importa cuánto me cubra; cuánto apague las luces pensando, "disimula", sigues colándote entre las rendijas de mis párpados como el amanecer, a representar las cosas que ni tú ni yo vamos a hacer, porque ya nuestra mente las emula.
Así me visitas: como un fantasma, y eso es lo que eres desde el fatídico día. Nada más que una aparición que en la noche me agita, un difunto incorpóreo que no sé dónde enterrar, que no sé cómo velar, y la guía es una luz pequeñita, que habla muy bajito mientras que tu ululación espectral rompe en mis oídos como una ola de agua fría. Tu me verás igual de etéree, más lejane y difuse según el tiempo nos brinda su amistad ambigua; un espíritu que me molesta en mi sueño, un alma en deriva que no entiende que esta propiedad es mía. ¡Deja, oh muerto podrido, de pasear por mi vida! Y acá estás incordiándome, acá estás que no dejas de aullar, que no te quieres callar, que no quieres soltarme, ¿no ves que me haces tiritar? De miedo o de helada la sangre, eso no lo sé ya.
¿Cómo puede ser que todo se convierta en polvo, suciedad que sin ser levantada no pueda ser barrida? ¿Cómo puede ser que el brillo de las estrellas se opaque en la forma de la mugre más fina? ¿Cómo es que la admiración se torna náusea, y el mismo perdón, porque olvidaste, se vuelve una cosa que se indulta y se olvida?
¿Cómo puede haber paz en una casa encantada en lo más alto de la colina?
No importa cuánto soplen los vientos de invierno para abatirte, ni cuánto los de verano para dispersarte de aquí. Sigues rondando estas calles oscuras, sin pensar en cuán duras sean las piedras de los muros por los que como una arañita vas a subir. No importa cuánto me cubra; cuánto apague las luces pensando, "disimula", sigues colándote entre las rendijas de mis párpados como el amanecer, a representar las cosas que ni tú ni yo vamos a hacer, porque ya nuestra mente las emula.
Así me visitas: como un fantasma, y eso es lo que eres desde el fatídico día. Nada más que una aparición que en la noche me agita, un difunto incorpóreo que no sé dónde enterrar, que no sé cómo velar, y la guía es una luz pequeñita, que habla muy bajito mientras que tu ululación espectral rompe en mis oídos como una ola de agua fría. Tu me verás igual de etéree, más lejane y difuse según el tiempo nos brinda su amistad ambigua; un espíritu que me molesta en mi sueño, un alma en deriva que no entiende que esta propiedad es mía. ¡Deja, oh muerto podrido, de pasear por mi vida! Y acá estás incordiándome, acá estás que no dejas de aullar, que no te quieres callar, que no quieres soltarme, ¿no ves que me haces tiritar? De miedo o de helada la sangre, eso no lo sé ya.
¿Cómo puede ser que todo se convierta en polvo, suciedad que sin ser levantada no pueda ser barrida? ¿Cómo puede ser que el brillo de las estrellas se opaque en la forma de la mugre más fina? ¿Cómo es que la admiración se torna náusea, y el mismo perdón, porque olvidaste, se vuelve una cosa que se indulta y se olvida?
¿Cómo puede haber paz en una casa encantada en lo más alto de la colina?
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miércoles, 11 de noviembre de 2015
Rebirth Song
Release me.
Release me!
Release me!
Release me!!!
Unearth me from this box
Unearth me from this box
'cause I'm alive!
No matter how many the years I lied underground,
I opened back my eyes!
Let us burn! I'll reborn like the Christ!
You'll be ashes long gone while I rise
and sandblast off my tombstone the day
you believed me to die!
You thought me to expire
in your very hands, yet I
turned to sand, flowed out of them and sparked
the fire to let me
out of the dark.
With a spark that's the start to a pyre,
release me from grave!
release me from grave!
I'm no dust!
lunes, 14 de septiembre de 2015
Declaración de amor III
Ahogándome estoy en el mar del amor, donde todes querrían ahogarse.
Donde tú anhelabas hundirte
lejos de la arena.
Donde mi garganta quede muda y no vean
Donde tú anhelabas hundirte
lejos de la arena.
Donde mi garganta quede muda y no vean
ni un solo cabello mío las estrellas,
donde no me sientas si estoy cerca.
¿Qué haría yo por amor? Empaparme, sin recato
desnudarme, que cualquier hálito condense y todo en ti fluya al verme;
incluso si no quieres oír ni por escrito mi declaración callada,
serás civilizada
al conocerme.
Como yo domesticada
cual perra en la gratitud. Las uñas limadas,
correa amarrada,
y con cada sacudida de la misma inquiriendo en las cavernas de mi corazón la fiera:
¡cuánto más!
¡Cuánto más mi boca sellada y mis dientes sobre blando,
cuánto más mis manos lejos de la tierra!
¡Así el amor te destruya como se ahoga mi aullido,
así interminablemente te hiera!
Y ni en la muerte halles consuelo.
¡Pues no es por mí, sino por el amor que sangras y dejas
que te mate por que no se ofenda!
Que te atraviese con su espada inmaculada cual la luz de una estrella,
con una sonrisa en tu jeta.
Así no corra nunca el viento a través de tus grietas,
sino para avivar la llama de tu vela
hasta que te abrase las tetas,
así nunca puedas clamar pidiendo que te saquen del abismo del amor,
así te consumas podride entre las sirenas
y no tengas transición a polvo siquiera.
Si sabrás, bestia, cuánto te desoigo y a su vez, cuánto me complace oírte. Si sabrás el poder último contenido en mis cuerdas, incluso si nunca son tañidas, incluso si el más secreto de sus suspiros apenas lo escuche una abeja; si sabrás lo que amo.
Siendo el polvo que descubre un viejo libro para colmar las noches,
siendo en la playa la arena
que poco a poco es arrastrada
hacia la despiadada hidrosfera.
donde no me sientas si estoy cerca.
¿Qué haría yo por amor? Empaparme, sin recato
desnudarme, que cualquier hálito condense y todo en ti fluya al verme;
incluso si no quieres oír ni por escrito mi declaración callada,
serás civilizada
al conocerme.
Como yo domesticada
cual perra en la gratitud. Las uñas limadas,
correa amarrada,
y con cada sacudida de la misma inquiriendo en las cavernas de mi corazón la fiera:
¡cuánto más!
¡Cuánto más mi boca sellada y mis dientes sobre blando,
cuánto más mis manos lejos de la tierra!
¡Así el amor te destruya como se ahoga mi aullido,
así interminablemente te hiera!
Y ni en la muerte halles consuelo.
¡Pues no es por mí, sino por el amor que sangras y dejas
que te mate por que no se ofenda!
Que te atraviese con su espada inmaculada cual la luz de una estrella,
con una sonrisa en tu jeta.
Así no corra nunca el viento a través de tus grietas,
sino para avivar la llama de tu vela
hasta que te abrase las tetas,
así nunca puedas clamar pidiendo que te saquen del abismo del amor,
así te consumas podride entre las sirenas
y no tengas transición a polvo siquiera.
Si sabrás, bestia, cuánto te desoigo y a su vez, cuánto me complace oírte. Si sabrás el poder último contenido en mis cuerdas, incluso si nunca son tañidas, incluso si el más secreto de sus suspiros apenas lo escuche una abeja; si sabrás lo que amo.
Siendo el polvo que descubre un viejo libro para colmar las noches,
siendo en la playa la arena
que poco a poco es arrastrada
hacia la despiadada hidrosfera.
sábado, 20 de junio de 2015
Deseo terrenal III
Simiente, soy tierra. Arráigate en mí y serás árbol.
¡Oh, pero qué digo! ¡Si solo soy arena! En mí no crecerás, pues sobre mi piel cubre el hechizo inerte de la sal. Y sin embargo, más que a la tierra que es fértil, los líquidos me calan y vuelven pesada.
¿Qué destino es este, de ser desierto, mientras que el océano restriegue por mí hasta el fin de los tiempos sus algas de esmeralda? Y las semillas que en mí caen, ¿cómo decirles que no soy lo que pensaban? Que ojalá las lleven las olas hacia alguna isla arbolada, si es que sobreviven el viaje, que no puedo darles planta.
Yo doy muerte mientras tú, tierra oscura, incesantemente te embarazas. Tú eres madre de cuanto respira, mientras que yo ahogo a los seres que en mí se varan. Tú abrazas tiernamente, y yo trago y sofoco cual si no significara. Más no hay odio en mí, no hay rencor por ti, ni hay siquiera envidia sana. Solo soy amante grava que acaricia si me toman sin esperar paga.
No tengo tus virtudes ni tu fama, ni tengo nada más que lo que las aguas y vientos arrastran. Pero mi amor es incondicional e infinito como el que capacita a las almas. Única cosa que en mí germinó, y que no habrá jamás de secarse. Que lejos de achicarse, se expande hasta más allá de donde mi cuerpo compuesto acaba; justo como hace el universo, que en algún futuro dispersará mis granos hasta ningún confín. Justo así madura mi afecto, incluso si soy el más estéril mineral; pues no hay requisito, ni hay objetivo final para quererte, a ti y a tus hijes, quererme y querer al mar que me empapa. Y que no haya perdón, pues no ha habido ofensa.
Y que no haya burla, pues no hay vergüenza.
Y que no haya nada. No necesito nada.
¡Oh, pero qué digo! ¡Si solo soy arena! En mí no crecerás, pues sobre mi piel cubre el hechizo inerte de la sal. Y sin embargo, más que a la tierra que es fértil, los líquidos me calan y vuelven pesada.
¿Qué destino es este, de ser desierto, mientras que el océano restriegue por mí hasta el fin de los tiempos sus algas de esmeralda? Y las semillas que en mí caen, ¿cómo decirles que no soy lo que pensaban? Que ojalá las lleven las olas hacia alguna isla arbolada, si es que sobreviven el viaje, que no puedo darles planta.
Yo doy muerte mientras tú, tierra oscura, incesantemente te embarazas. Tú eres madre de cuanto respira, mientras que yo ahogo a los seres que en mí se varan. Tú abrazas tiernamente, y yo trago y sofoco cual si no significara. Más no hay odio en mí, no hay rencor por ti, ni hay siquiera envidia sana. Solo soy amante grava que acaricia si me toman sin esperar paga.
No tengo tus virtudes ni tu fama, ni tengo nada más que lo que las aguas y vientos arrastran. Pero mi amor es incondicional e infinito como el que capacita a las almas. Única cosa que en mí germinó, y que no habrá jamás de secarse. Que lejos de achicarse, se expande hasta más allá de donde mi cuerpo compuesto acaba; justo como hace el universo, que en algún futuro dispersará mis granos hasta ningún confín. Justo así madura mi afecto, incluso si soy el más estéril mineral; pues no hay requisito, ni hay objetivo final para quererte, a ti y a tus hijes, quererme y querer al mar que me empapa. Y que no haya perdón, pues no ha habido ofensa.
Y que no haya burla, pues no hay vergüenza.
Y que no haya nada. No necesito nada.
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miércoles, 20 de mayo de 2015
No sé
¿Cómo empiezo?
¿Cómo acabaré?
¿Cómo seguiré?
¿En dónde haré una pausa para reflexionar, quizás incluso descansar, y cuándo reanudaré?
Si me asomo a este hueco, ¿qué es lo que veré? ¿Realmente veré algo, o solo atisbaré?
Si callo y pongo atención, si me olvido de mi respiración, ¿lo escucharé?
¡Oh, deja de preguntártelo y atrévete! Solo hazlo, y a dónde sea que quieras ir, ve.
Pero, ¿cómo empiezo? ¿cómo acabaré?
No puedo saberlo si no lo sé.
Me parece que hasta entonces, me lo imaginaré.
¿Cómo acabaré?
¿Cómo seguiré?
¿En dónde haré una pausa para reflexionar, quizás incluso descansar, y cuándo reanudaré?
Si me asomo a este hueco, ¿qué es lo que veré? ¿Realmente veré algo, o solo atisbaré?
Si callo y pongo atención, si me olvido de mi respiración, ¿lo escucharé?
¡Oh, deja de preguntártelo y atrévete! Solo hazlo, y a dónde sea que quieras ir, ve.
Pero, ¿cómo empiezo? ¿cómo acabaré?
No puedo saberlo si no lo sé.
Me parece que hasta entonces, me lo imaginaré.
viernes, 10 de abril de 2015
Calor
Te escribo para decirte, aunque seguramente ya lo hayas advertido, que ahora mismo estoy, una vez más, en camino. Dime, tú que ya bien sabes que las cosas van en círculo, ¿es que hubo alguna vez en la que no hubiese acudido? Es verdad que a veces llego antes a la cita, y otras tardo tanto que dudas de lo aprendido, pero nunca habré de faltaros a ninguno de los vivos.
Avanzo de noche en noche porque en el día el Sol me ciega y arrebata toda mi energía; así de ladrón como lo encuentras, así sabes que estoy en travesía. Le aúllas con tus ojos a la Luna cuando brilla para que apure mi paso, porque sabes que es amiga, pero temo ser demasiado grande para oír tu magia tan callada y chiquitina.
En cuanto vislumbro, desde el Sur, tu paisaje enjoyado, me acuesto sobre las resplandecientes montañas muy agotado y el mar empieza a enrojecer; nervioso por la radiante desnudez del cielo, pronto empieza a evaporarse y a cubrirnos a todos de esa niebla que se pega tanto a la piel.
Paciente, tú lo sabes. Sabes que el vapor nos vestirá de la cabeza a los pies. A los titanes hijos de Urano y Gea, y a los pequeños humanos como tú, también. Encontrarás tu lecho mojado, y tu casa entera olerá a agua. Besarás entonces los cristales por los que la condensación resbala, y con la forma de tus labios se habrá marcado para siempre un oasis de nitidez. Como cuando al tocar con la yema del dedo el espejo tras una ducha caliente, pasados días, semanas y meses se ve reaparecer con cada ablución el redondel. Nada pensabas cuando en el vaho te imprimiste. No hay significado en tu gesto, pues. Sin embargo, hay algo en ello que me inquieta sobremanera, a mí que ni soy ser de piel.
En la oscuridad; no importa si es la de una noche sin electricidad, o la profunda negrura de una cueva jamás tocada por la luz solar, se embravece y precipita como una cascada hacia el abismo el mar, asustado del fuego que baila en remolinos en algún lugar entre tu corazón y vientre, queriendo con el planeta girar. Una llamarada surge dentro de ti, después de soplado un aliento. En cuestión de segundos se calienta todo tu universo. Ni en tu espíritu ni en tu cuerpo existe ya el invierno, y sin embargo, permaneces tan paciente.
¡Cuando en ti misma llevas mi templo, me esperas cual superviviente! Con las ventanas abiertas, como si te fueras a asfixiar de impaciente.
Avanzo de noche en noche porque en el día el Sol me ciega y arrebata toda mi energía; así de ladrón como lo encuentras, así sabes que estoy en travesía. Le aúllas con tus ojos a la Luna cuando brilla para que apure mi paso, porque sabes que es amiga, pero temo ser demasiado grande para oír tu magia tan callada y chiquitina.
En cuanto vislumbro, desde el Sur, tu paisaje enjoyado, me acuesto sobre las resplandecientes montañas muy agotado y el mar empieza a enrojecer; nervioso por la radiante desnudez del cielo, pronto empieza a evaporarse y a cubrirnos a todos de esa niebla que se pega tanto a la piel.
Paciente, tú lo sabes. Sabes que el vapor nos vestirá de la cabeza a los pies. A los titanes hijos de Urano y Gea, y a los pequeños humanos como tú, también. Encontrarás tu lecho mojado, y tu casa entera olerá a agua. Besarás entonces los cristales por los que la condensación resbala, y con la forma de tus labios se habrá marcado para siempre un oasis de nitidez. Como cuando al tocar con la yema del dedo el espejo tras una ducha caliente, pasados días, semanas y meses se ve reaparecer con cada ablución el redondel. Nada pensabas cuando en el vaho te imprimiste. No hay significado en tu gesto, pues. Sin embargo, hay algo en ello que me inquieta sobremanera, a mí que ni soy ser de piel.
En la oscuridad; no importa si es la de una noche sin electricidad, o la profunda negrura de una cueva jamás tocada por la luz solar, se embravece y precipita como una cascada hacia el abismo el mar, asustado del fuego que baila en remolinos en algún lugar entre tu corazón y vientre, queriendo con el planeta girar. Una llamarada surge dentro de ti, después de soplado un aliento. En cuestión de segundos se calienta todo tu universo. Ni en tu espíritu ni en tu cuerpo existe ya el invierno, y sin embargo, permaneces tan paciente.
¡Cuando en ti misma llevas mi templo, me esperas cual superviviente! Con las ventanas abiertas, como si te fueras a asfixiar de impaciente.
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jueves, 19 de marzo de 2015
Declaración de amor II
¿Me dirás, mi niña, qué es
lo que en la
distancia oyes,
lo que en lo lejano ves?
Tienes la mirada fija en el horizonte y no sabes si el mundo
está del derecho o del revés,
Si supiera quién a quién imita
pues el mar imita al cielo, ¿o es del mar el cielo
copia fiel?
Con sus nubes de espuma, con su sol
y su luna, me preguntas
por qué
cuando llueve no cae ningún pez.
Cuál es espejo, cuál el reflejo, cómo saber
si el uno en el otro nunca
se dejan de ver.
Nada de lo que se te dice te lo acabas nunca de creer.
Por favor, miña flor, ¿me dirás
por qué?
Me estás haciendo temblar una y otra vez;
para que no me veas llorar me tengo que esconder,
pero siempre escuchas.
Con tus ojos terrosos me escrutas,
buscando el dolor en mi
tez,
¿es que no se mira ya bien?
Vivo temiendo el día en que me digas
que todavía
el remolino te quiere absorber,
que no por ello me vas a dejar nunca
de querer.
Si pudiera yo siempre tenerte
cual flor en este tiesto, inerte,
enjarronada en mi amor, viendo
a través.
¡Dime, pequeña, por qué no! ¿Por qué?
Si supiera quién a quién imita
de entre lo que existe y
la fe.
No quiero que llores, quiero que siempre estés
llena de mí y yo llene de ti, sin que nos aislen pena ni
estrés.
¡Te declaro mi amor! ¡Sonríeme!
Hazlo por ti.
Nada más puedo pedir a quien me ha dado el don más grande,
don de vivir; resistir hasta sucumbir,
de poder con la fauna reír
y mis manos la rosa herir,
me lleve algún tren o lo ande.
miércoles, 18 de marzo de 2015
Declaración de guerra II
Luz que diezman las nubes descompuesta en colores mil, ¿cuánto me puedo fiar de ti?
¿No será más auténtica la luz del fuego que fluye en el cuerpo del planeta, aunque en lo escondido
y oscuro, no la pueda discernir?
Pues desde lo alto estás obligándome a distinguir cada cosa que veo, ignorante de que el suelo se sacude,
y que mis pies pueden sentir.
¿Cómo saber si eres un dios bénevolo o vil? Cuando llega la noche, tú no mandas sobre mí.
¿Cómo saber si eres un dios bénevolo o vil? Cuando llega la noche, tú no mandas sobre mí.
La luz que yo misme prendo, con mis propias manos en mi candil
es la que descubre las cosas, entre tinieblas bogando gentil.
No se tienen que ocultar en lo agrietado ni techado
cuando te has ido a dormir junto a los que siguen tu dictado; tienen medio mundo
para sí.
Yo soy desvelade y me rebelo a tu reinado, pues lo que nunca me señalas lo quiero descubrir.
Mi sombra nunca me deja de seguir. De mi misma base brota y tú
Mi sombra nunca me deja de seguir. De mi misma base brota y tú
la diferencias de mí.
Pero cuando te vas, somos une; y si queremos hablar antes nos tenemos que recluír
donde no nos veas, mi piel sea solo suya y de tu ácido tacto huír.
Por un momento ser más brave que las bestias y no pensar,
solo sentir.
¿Qué es lo que hay donde no miras? ¿Qué es lo que se mueve y tintinea allí?
Lo que tantos ignoran por no desobedecerte, y que a tantos otros nos llama desde que vinimos a vivir.
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jueves, 19 de febrero de 2015
Los lazos
Ningún espíritu es libre.
Vivos o muertos, todos estamos atados.
Antes incluso de nacer, ligados a nuestra madre nos formamos.
Conforme crecemos, nuestras propias cintas vamos anudando.
Algunas apretamos con fuerza, otras no tanto; el viento pronto las deshace y se las lleva volando.
Llega luego el momento en el que entre nosotros nos echamos lazos; los hay entonces que amarran
y los hay que son amarrados. Los hay también que se lían
de modo que nunca lo tendrán claro.
Los hay que escapan de todo enlace, que esquivan
todo lo lanzado hasta que ellos mismos tropiezan
y caen enredados. Los hay que dejan caer sus cintas tímidos, delicados,
los hay que tiran de las cuerdas
como arrastrando ganado.
Habrá bandas que acaricien tu rostro mientras otras te den latigazos, y tú mismo atarás
en crueles abrazos, por preservar hasta la podredumbre
el alimento de tu rechazo.
Correas pondrás desde arriba, serpentinas
lanzarás desde abajo.
Lazos habrá que te rodeen sin que nunca de ellos se haya tirado,
mas con poco que te muevas, los nudos se irán estrechando.
Tanto al rehén que amordazan
como al niño que arropan, a ambos los envuelven como regalos.
De tus ataduras te irás zafando, pero probablemente se quede algún hilo en tu ropa pegado.
Puede que con quien compartas cinta la desenlace por su lado, y te encuentres de repente a ti solo anudado. Puede que cuando vayas a desasirte, cueste más de lo esperado.
Habrá cordeles que se tejan poco a poco con los años,
en los que cada día que pasa se cosa un hilo más, reforzando.
Otros serán deshilachados por el tiempo cual si al pasar se quedase enganchado.
Cierto hilo seguirás conforme vayas andando, que aparenta suelto y se te vuelva un lío al acumularlo en las manos.
Llegará un momento que no sepas si tú lo llevas o si eres tú el llevado,
y entonces, cuando tires de él, de ti mismo estarás tirando.
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viernes, 9 de enero de 2015
Frío
Es la noche más fría del invierno; el sol transita bajo mis pies. El mundo en torno a mí está congelado, nieve es todo cuanto puedo ver, mas en el cielo no asoma una nube, así que confío en que más no habrá de caer. Las estrellas brillan con fuerza, lejísimos de mí, mas desde su distancia hacen refulgir el hielo, y parecen estar justo aquí. Y su luz me hace ver un camino; semienterrados en el suelo nevado observo cientos de hilos, tiesos por la escarcha pero con su color aún prendido. El más notable es rojo; es grueso y a la luz de los astros semeja encendido. Otro es verde y, surgiendo como un brote, parece vivo. El rosa, con el más mínimo roce de mi mano disuelve su capa de hielo y se queda empapado. El que es pardo de seguro es fuerte, pues parece por sí solo anudado. El naranja y el morado son muy llamativos, pero mi favorito es el azul, el último que encuentro, el más escondido y helado. Con el mismo color del cielo, con sus pequeñísimos cristales de nieve parece infinitamente estrellado. Cómo quisiera que la primavera llegase solo para poder rescatarlo, y con todos los demás hilarlo en el más bello tapiz que pudieran tejer mis torpes manos. Tengo la impresión de que bajo este brillante manto todos están muy enredados. Las estrellas me los muestran desde sus remotas casas, pues la luz en el vasto universo no haya obstáculo, pero el calor, por desgracia, no llega a viajar tanto. Quisiera poder derretir el invierno entero, y que no volviese a soplar el viento polar en lo que queda de año. Dentro de mí persiste, no entiendo ni cómo, un calor vulnerable y humano. Oh, pero hace tanto frío esta noche...
Frías como el aire, si no más, están mis manos. Casi puedo sentir cómo la temperatura va, grado a grado, bajando. Me froto sin parar, pero el fuego de mi cuerpo se aviva solo para de un soplido quedarse escuálido. ¡Tanto frío! Que la sangre se va de mis labios, y el silencio, junto con la helada, de mí y de todo se van adueñando. Y empiezo a delirar, pensando, oh estrellas, si pudiérais acercaros...
Si pudiera yo misma venir a salvarme desde el futuro verano.
Frías como el aire, si no más, están mis manos. Casi puedo sentir cómo la temperatura va, grado a grado, bajando. Me froto sin parar, pero el fuego de mi cuerpo se aviva solo para de un soplido quedarse escuálido. ¡Tanto frío! Que la sangre se va de mis labios, y el silencio, junto con la helada, de mí y de todo se van adueñando. Y empiezo a delirar, pensando, oh estrellas, si pudiérais acercaros...
Si pudiera yo misma venir a salvarme desde el futuro verano.
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