Todos los ríos desembocan en el mar. Más lentos o rápidos, más sucios o prístinos, de aguas calientes o frías, cargados de furiosas lluvias o arrastrados por la sequía; todos son licuados por las corrientes del mar unidas, y sumados a la danza comunal de la vida. Indistintas entre sí dan vueltas a la Tierra cada una de sus gotitas, saltando en cada roca del planeta sin soltarse nunca las manitas. Somos uno, el gran océano, el más alto por profundo; con nosotros llevamos los secretos que se esconden en el abismo, y sobre nosotros navegan los barcos del mundo. Y yo, solo yo, arrastrade por el río más turbulento llego al mar sin barca alguna con la que cruzarlo. Resbalando como un pez de las distendidas manos de la alegría, heme aquí, compartiendo el mar contigo y con todes, única y gran cosa compartida.
Vine de jugar y revolverme en el suelo cálido y suave del río, casi olvidándome de que el mar me arrastraba implacablemente hacia sí, casi creyendo que habría salvación para mí.
lunes, 24 de noviembre de 2014
viernes, 14 de noviembre de 2014
Deseo terrenal
Yo soy como las mamás, un ser hecho de tierra. Tierra que el viento remueve, que el agua cala y que el fuego calienta. Tierra sobre la que llueve, en la que se adentra el agua hasta casi el núcleo del planeta, acariciando en su camino a las raíces, besando las semillas, volviendo el magma piedra.
Así crecen poco a poco todas las criaturas tiernas, nacidas de mí tras el juego del aire, la mirada del sol y la incursión del agua hasta mis cámaras más oscuras y secretas. Desde que me conozco, soy fértil y dispueste, y dejo que en mí arraiguen todas las plantas, y que en mí duerman todas las fieras. Mi amor es tan inmenso que a todas las latitudes sin esfuerzo llega, y tanto nutre que pronto todes mis hijes de mí se alejan. Ascienden más y más al cielo mientras que yo me quedo en llano, quiete; sus pies brincan y corren y vuelan, y mi corazón que bien los guarda, solo se queda.
¡Ojalá yo alzarme sobre mí misme hacia el cielo y alcanzar así, el más irrealizable sueño, con unos pies como los vuestros pisar el suelo del lugar más lejano, y recibir en mi rostro el resplandor de lo sobrehumano! Y abrazaros, hijes míes, a todes rodearos entre los brazos colosales de la tierra; cubriros enteres con el amor más puro, mezcla de todos los dioses, y que todos los elementos veneran.
Cielo que se extiende hacia el infinito; con cada pasito las cosas más y más de mí se alejan. Cuanto más se conoce el universo, yo me hago más incapaz y pequeñe. Tan solo puedo mirar, como la roca que soy, en infinita paciencia. Amar como una madre. Amar por siempre y para siempre, a la vida y a la muerte, sin hacer distinciones; celebrar partos y defunciones, y recibirlo todo en mí como tesorere.
Así crecen poco a poco todas las criaturas tiernas, nacidas de mí tras el juego del aire, la mirada del sol y la incursión del agua hasta mis cámaras más oscuras y secretas. Desde que me conozco, soy fértil y dispueste, y dejo que en mí arraiguen todas las plantas, y que en mí duerman todas las fieras. Mi amor es tan inmenso que a todas las latitudes sin esfuerzo llega, y tanto nutre que pronto todes mis hijes de mí se alejan. Ascienden más y más al cielo mientras que yo me quedo en llano, quiete; sus pies brincan y corren y vuelan, y mi corazón que bien los guarda, solo se queda.
¡Ojalá yo alzarme sobre mí misme hacia el cielo y alcanzar así, el más irrealizable sueño, con unos pies como los vuestros pisar el suelo del lugar más lejano, y recibir en mi rostro el resplandor de lo sobrehumano! Y abrazaros, hijes míes, a todes rodearos entre los brazos colosales de la tierra; cubriros enteres con el amor más puro, mezcla de todos los dioses, y que todos los elementos veneran.
Cielo que se extiende hacia el infinito; con cada pasito las cosas más y más de mí se alejan. Cuanto más se conoce el universo, yo me hago más incapaz y pequeñe. Tan solo puedo mirar, como la roca que soy, en infinita paciencia. Amar como una madre. Amar por siempre y para siempre, a la vida y a la muerte, sin hacer distinciones; celebrar partos y defunciones, y recibirlo todo en mí como tesorere.
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