Una flor de papel
con corona de coral
como la que llevan las sirenas, pues seguramente
sangre de ellas llevas;
sangre fría de mar.
El amor es el manto que arrastras
teñido de escarlata cada vez más espeso,
cada vez más pesadamente barre el suelo,
y con él te abrigas en invierno, y en verano,
le haces feo.
Corazón que envolviste en papel
con tus dedos de coral
como los de las sirenas,
con tus falsos besos
y tus falsos ojos
a los inocentes condenas.
Yo nunca fui inocente, y por tal me quisiste tomar,
yo ya era condenada antes de tú me pisar,
y así conociste mi monstruo,
mi dragón
tan a mi pesar...
¡Qué quieres que te diga, florecita de papel,
de plástico, de oropel!
Así como yo no fui plata en tu julio para tus brazos,
tú no fuiste cereal en mi septiembre para mi boca fiel.
Y así supe que no eras más que de cartón-piedra,
de aglomerado, de hormigón,
de preciosa porcelana con textura de piel.
Y lloro sobre tu careta de plástico pensando
dónde estará tu cuerpo de carne y lleno de hiel,
para que, como dragón que soy,
me lo pueda comer.