Tiene que haberlo. Alguna criatura nunca vista,
algún lugar nunca encontrado. Un secreto de la Tierra tan bien guardado
que no lo puedan averiguar ni los todopoderosos humanos. ¿Me dirás que nunca lo
has pensado?
Puedo escucharlo de la boca olorosa del mar. Él es tan viejo como las
nubes, él sabe cosas que yo nunca sabré. Todas sus olas suenan diferente al
morir; algo tiene que estar contando. Hay algo que me está revelando, y aunque
no entienda su idioma, tengo que intentar adivinarlo. El mar me confía sus
secretos sin descanso, y no puedo ignorarlo más.
“Soy tu cuna y soy tu tumba, soy tu padre y tu
asesino” dijo el mar con una ola, “soy la casa de los muertos y de los vivos”.