lunes, 3 de junio de 2013
Diálogos en la orilla II
-No busques sitio a la esperanza, humano, pues en alta agua te
espera ya el Demonio de los Mares; Leviatán, una bestia a la que el odio quema
por dentro, un corazón insomne, una boca despiadada, un alma consumida por el
deseo de matar y lastimar. Un demonio no puede sonreír hasta que no te ve
llorar. Su alimento es la sangre limpia de los demás. Él te comerá como a un
garbanzo, y suerte tendrás si no juega contigo antes por el placer de verte
enloquecer. Y sus motivos son, ningunos; no malgastes el tiempo en preguntarle.
Ha de ahogar el fuego de su ira, y no posee juicio alguno con el que detenerse.
Nada tiene de lo que acusarte ni lo necesita, y tú tampoco puedes juzgarlo a
él. Destrúyelo, pues, o te destruirá. Pero, ¿cómo vas a destruirlo tú, que solo
eres un hombre? Leviatán crece una tonelada más cada día, y su piel se mide en
quilómetros. Mismo ahora, millares de criaturas, incluyendo hombres y mujeres,
agonizan en los túneles oscuros de sus entrañas, y la muerte se ríe en sus
caras. La furia de esta bestia podría causar el fin del mundo; de no ser por
las víctimas inconscientes como tú que lo mantienen entretenido y saciado, ni
los dioses habríamos tenido tiempo de nacer.
jueves, 23 de mayo de 2013
Diálogos en la orilla
En este mundo moderno no queda ya hueco alguno en
el que esconderse. En esta era en la que vivimos, pareciera que todos lo
sabemos todo, y no hay cosa que pueda escaparse a nuestro entendimiento. La
ciencia reina sobre todas las cosas, no dejando a la duda pronunciarse, y todas
las palabras están ya inventadas, envejeciendo en los diccionarios que en toda
casa hay. Ya no vemos nada novedoso en ello, nada fuera de lo normal. A día de
hoy, todos los mapas están trazados, todos los caminos señalizados, todas las
alternativas definidas como censurando su propio género. Mas, en un mundo como
este, en esta época en la que vivo, yo todavía me pregunto… ¿habrá algo que
nadie sepa?
Tiene que haberlo. Alguna criatura nunca vista,
algún lugar nunca encontrado. Un secreto de la Tierra tan bien guardado
que no lo puedan averiguar ni los todopoderosos humanos. ¿Me dirás que nunca lo
has pensado?
Puedo escucharlo de la boca olorosa del mar. Él es tan viejo como las
nubes, él sabe cosas que yo nunca sabré. Todas sus olas suenan diferente al
morir; algo tiene que estar contando. Hay algo que me está revelando, y aunque
no entienda su idioma, tengo que intentar adivinarlo. El mar me confía sus
secretos sin descanso, y no puedo ignorarlo más.
“Soy tu cuna y soy tu tumba, soy tu padre y tu
asesino” dijo el mar con una ola, “soy la casa de los muertos y de los vivos”.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)